
Miller tenía sólo veintitrés años cuando le propuso a su director de tesis realizar un experimento con el que poder demostrar la teoría propuesta unos años antes por el científico ruso Alexander Oparin.
Según esta teoría, cuando en la Tierra aún no existía ninguna forma de vida, se habrían producido una serie de reacciones químicas que dieron lugar a los primeros compuestos orgánicos a partir de compuestos inorgánicos, aprovechando la energía de los rayos ultravioleta que incidían sobre la Tierra, las descargas eléctricas que se producían en la atmósfera y la elevada temperatura a la que se encontraba nuestro Planeta. El director de Miller se mostró un tanto escéptico ya que pensaba que el ensayo no podría mostrar unos resultados concluyentes, pero el joven científico insistió y entre los dos diseñaron un experimento cuyo objetivo era simular las condiciones de la atmósfera primitiva.
Así, introdujeron en un recipiente cuatro de los que fueron compuestos mayoritarios en nuestro planeta hace miles de millones de años como son el metano, el amoniaco, el hidrógeno gaseoso y el agua. Estos cuatro elementos aportan carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno, necesarios todos para la síntesis orgánica.
Posteriormente, esta mezcla fue sometida a descargas eléctricas de 60.000 voltios para comprobar que se habían formado una serie de moléculas tales como ácido acético, glucosa o algunos aminoácidos. Así quedó demostrado el origen inorgánico de las moléculas orgánicas, adquiriendo aquella mezcla de elementos químicos el nombre de "caldo primordial" o "sopa de Oparin".
Contrariamente a lo que pensaba el director de Miller, el experimento resultó concluyente. Pero de ahí a demostrar el origen de la vida quedaba un largo trayecto. Establecer la línea que llevó a unas simples moléculas a organizarse para formar una célula implica, necesariamente, la elaboración de una serie de hipótesis que deben ser capaces de ligar la aparición de los ácidos nucleicos a la aparición de las primeras reacciones metabólicas.
http://www.elalmeria.es/article/opinion/280348/cuando/dios/descanso.html
Según esta teoría, cuando en la Tierra aún no existía ninguna forma de vida, se habrían producido una serie de reacciones químicas que dieron lugar a los primeros compuestos orgánicos a partir de compuestos inorgánicos, aprovechando la energía de los rayos ultravioleta que incidían sobre la Tierra, las descargas eléctricas que se producían en la atmósfera y la elevada temperatura a la que se encontraba nuestro Planeta. El director de Miller se mostró un tanto escéptico ya que pensaba que el ensayo no podría mostrar unos resultados concluyentes, pero el joven científico insistió y entre los dos diseñaron un experimento cuyo objetivo era simular las condiciones de la atmósfera primitiva.
Así, introdujeron en un recipiente cuatro de los que fueron compuestos mayoritarios en nuestro planeta hace miles de millones de años como son el metano, el amoniaco, el hidrógeno gaseoso y el agua. Estos cuatro elementos aportan carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno, necesarios todos para la síntesis orgánica.
Posteriormente, esta mezcla fue sometida a descargas eléctricas de 60.000 voltios para comprobar que se habían formado una serie de moléculas tales como ácido acético, glucosa o algunos aminoácidos. Así quedó demostrado el origen inorgánico de las moléculas orgánicas, adquiriendo aquella mezcla de elementos químicos el nombre de "caldo primordial" o "sopa de Oparin".
Contrariamente a lo que pensaba el director de Miller, el experimento resultó concluyente. Pero de ahí a demostrar el origen de la vida quedaba un largo trayecto. Establecer la línea que llevó a unas simples moléculas a organizarse para formar una célula implica, necesariamente, la elaboración de una serie de hipótesis que deben ser capaces de ligar la aparición de los ácidos nucleicos a la aparición de las primeras reacciones metabólicas.
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